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Mostrando entradas de enero, 2020

El gran regalo

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I lustrado por  Elena Siles Sucedió en navidad como desde hacía ya varios años. Su padre empezó a ponerle capas y capas de ropa, como si de una cebolla se tratase. Cuando Mateo se puso delante de un espejo, no pudo reprimir una carcajada enorme pues parecía una bola roja de navidad. Para sus siete años aún era bastante bajito y tenía que crecer (o eso le decían) y con tanta ropa encima y ese abrigo tan grande, realmente parecía una pelota. Su padre aún no le había puesto el gorro y Mateo esperaba que no lo hiciera, porque al tener el pelo tan rizado y ponerle un gorro de tela, este le presionaba la cabeza y le dolía hasta pensar.  Se estaban preparando para salir a la calle, que como todos los años en navidad, estaba cubierta por un gran manto de nieve. Su padre se puso las botas de montaña, el abrigo, la bufanda y el gorro.  —¿Enviaste tu carta a los Reyes Magos?  —Sí papá— dijo Mateo con los ojos tan brillantes que deslumbraban la cara de su padre.  —Entonces

El diccionario carmesí

El viaje no fue nada fácil, porque Ramón no parecía dirigirle la palabra hasta que Matt preguntó sobre el caso. “Parece que tenemos una víctima, mujer, de unos veinte años de edad.  Nuestro trabajo averiguar por qué alguien querría matarla y quién sería capaz de hacerlo” le comentó su compañero sin quitar los ojos de la carretera. Matt decidió no hacer ningún comentario al respecto ni preguntar nada más, prefería que le informasen mejor cuando llegasen a la escena del crimen. De vez en cuando Ramón le miraba de reojo y Matt no podía reprimir su instinto de mirarle hasta que por fin su compañero decidió preguntarle lo de siempre: “¿es verdad que tus padres son los Richmond y que ellos pagaron tu entrada aquí?” Dijo casi susurrando. Matt le contestó con sinceridad, aunque sabía por experiencia que la mayoría de veces no le creían. Ramón arqueó las cejas y asintió cuando Matt le contó la relación con sus padres e incluso le habló sobre su hermana. —Mel tiene veintidós años, estudia v

Demuestra lo que vales

Acababa de lograr ingresar en la policía y aunque muchos dijeran que no valía para ello, él persiguió su instinto y sus ganas por demostrar que podía ser mucho más que el resto. Pasaron las semanas y nadie le daba ningún caso al que acudir puesto que en la comisaría aún no se fiaban de él. Corrían rumores, la mayoría de ellos malos pero a Matt esto no le importaba. Estaba acostumbrado a que desde pequeño hablasen a sus espaldas mientras de frente le alababan.  “Es lo malo que tiene pertenecer a una familia rica” pensaba sin cesar para auto convencerse de que la culpa no era suya, siempre era de los demás y la verdad es que no le faltaba razón. Matt nunca había hecho nada malo o al menos no tan malo como para que le castigasen de esa forma, pero había aprendido a vivir así. Sufrió muchos golpes, más de lo normal. Aprendió que no podía confiar en nadie, o en casi nadie porque si le apurabas, tampoco podía fiarse de su propia familia. Un poco antes de ser policía decidió independ

¿Cómo se hizo “Una velada azulada”?

“Una velada azulada” es un relato que forma parte del reto writember, por lo tanto ya cuento con la premisa de que estas tres palabras tienen que estar en el texto: sal, madera y deseo.  Como opinión personal, no me gusta poner todas las palabras en los primeros párrafos de la historia porque creo que pierde un poco de la “magia” del reto así que siempre me decido primero por una y luego, según escribo la historia voy añadiendo el resto. Al ver el conjunto, me inspiraba hablar sobre el mar y piratas, pero descarté la idea porque simplemente no me apetecía crear un relato así y encima estoy planeando participar en una antología de piratas y no me quiero repetir con las temáticas.  Me centré en la palabra “sal” y lo primero que se me ocurrió fue el tequila. Así que decidí que la ación iba a transcurrir primero en un bar. Comienzo a hacer la descripción de cómo el chico se toma el tequila y también describo cómo es él. He decidido que es un chico porque normalmente me siento más

Una velada azulada

Lamo la sal de mi mano, me bebo el chupito de tequila y chupo una rodaja de limón. Después abro la boca y saco la lengua para que me entre un poco de aire. Hoy he decidido que es mi momento, estoy muy nervioso y no es para menos, porque hoy podré salir con ella por primera vez en mucho tiempo. Voy arreglado pero a la vez informal, aunque sea una cita no quiero parecer un pijo pero tampoco un vagabundo así que he optado por ponerme unas deportivas negras, unos vaqueros grises ajustados, una camiseta negra y una chaqueta del mismo color. He intentado domar un poco mi pelo pero me era imposible, así que al final me he dado por vencido y lo he dejado suelto. Estuve bastante tiempo mirándome al espejo preguntándome si era buena idea hacerme una raya negra en el ojo, y al final ganó el sí. Siempre he pensado que me da un toque de rebeldía y hace que mis ojos azules destaquen un poco más.  Las manos no dejan de sudarme y temblarme. Saco el móvil una vez mas del bolsillo de mi chaqueta

El Dios del mar

Esta es la cuarta parte de un relato. Si quieres leer la tercera parte aquí la tienes  Liberando el nuevo mundo No me agrada mucho la sensación de llevar a alguien en mi lomo, pero al ser Maya es una sensación diferente, me siento cómo con ella aun incluso en la situación en la que estamos. Ella no me dirige ni me da órdenes, porque confía en que sé lo que tengo que hacer y efectivamente es así, caliento un poco la garganta y empiezo a notar cómo el calor recorre mi cuello. El fuego sale despedido de mi boca y aunque yo sea pequeño, mi llamarada es mucho mayor. Vuelo por todo el lugar quemando lo que encuentro a mi paso. Tengo que reconocer que al principio sí que me detengo en mirar cómo arden las hadas, puesto que es algo espectacular y lleno de brillo pero después me centro en lo que tengo que conseguir. Quemo a casi todas las hadas y al final nos acercamos al jefe. Me detengo frente a él, dejo que Maya se baje de mi lomo y continúo volando. No pienso alejar mi vista de