Aldara
Estaba lista para empezar su nueva vida pues así lo habían querido otros. La flecha clavada en la puerta de madera era una señal inequívoca del mensaje que querían enviarle, mas aun así, Aldara decidió extraer la flecha de madera y mientras la sujetaba, cerró sus ojos y se concentró. Lo primero que fue capaz de vislumbrar fue una casa hecha de madera como la suya, pero el escudo era diferente. Era de color negro con unas rayas naranjas verticales y en el centro, un gran círculo verde. Con sólo esa información ya sabía de quién se trataba, así que decidió partir la flecha en dos y dejarla en el suelo frente a su puerta. Las cosas nunca habían sido fáciles para ella en su poblado puesto que el ser hija de un irlandés y una inglesa no era algo que les agradase demasiado, por no decir que les parecía repulsivo y mucho más si hablamos de una chica pelirroja que no quería dedicarse a coser y a “hacer cosas de mujeres.” Aldara siempre había querido explorar mundo, disfrutar de la compañí
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