Una velada azulada

Lamo la sal de mi mano, me bebo el chupito de tequila y chupo una rodaja de limón. Después abro la boca y saco la lengua para que me entre un poco de aire. Hoy he decidido que es mi momento, estoy muy nervioso y no es para menos, porque hoy podré salir con ella por primera vez en mucho tiempo. Voy arreglado pero a la vez informal, aunque sea una cita no quiero parecer un pijo pero tampoco un vagabundo así que he optado por ponerme unas deportivas negras, unos vaqueros grises ajustados, una camiseta negra y una chaqueta del mismo color. He intentado domar un poco mi pelo pero me era imposible, así que al final me he dado por vencido y lo he dejado suelto. Estuve bastante tiempo mirándome al espejo preguntándome si era buena idea hacerme una raya negra en el ojo, y al final ganó el sí. Siempre he pensado que me da un toque de rebeldía y hace que mis ojos azules destaquen un poco más. 


Las manos no dejan de sudarme y temblarme. Saco el móvil una vez mas del bolsillo de mi chaqueta y lo pongo sobre la barra del bar. Decidí que la primera vez que nos viésemos fuese en un sitio neutral, que tuviesen cosas para comer pero que no fuese un restaurante y que se pudiese beber pero que no fuese una discoteca. He elegido este bar porque es bastante tranquilo, la decoración es simple pero bonita, con los muebles hechos de madera que le dan un toque rústico, como a mí me gusta. Son las 19.30 y aún no ha llegado. Habíamos quedado a esta hora, pero sabiendo cómo iba a estar de nervioso, decidí venir antes para tomar un trago y poder relajarme. No me ha avisado de que llegaría tarde, así que supongo que no tardará mucho más. 

Hemos estado hablando durante varios meses y no hemos podido quedar en persona porque nuestras situaciones no eran las ideales. Ella se vuelca demasiado en su trabajo y no la culpo, si yo fuese veterinario también lo haría. Por mi parte, trabajo en casa como productor musical de pequeños grupos cosa que me permite conocer a mucha gente, pero ninguna tan interesante como ella. Empezamos a hablar por Twitter y ya no dejamos de hacerlo. Al principio eran simples respuestas, pero luego ya comenzamos a hacernos preguntas. Nunca hemos definido bien la relación que tenemos porque al no habernos visto nunca, me parecía algo irreal que fuésemos pareja. 

Han pasado 10 minutos y sigue sin contestarme, así que decido escribirle un WhatsApp, más que nada para asegurarme de que está bien y de que no le ha pasado nada. Miro una vez más su foto de perfil y ahí está ella, sonriendo mientras abraza a uno de sus perros. Tiene el pelo recogido en un moño pero aun así su color azul destaca en la foto. El miedo comienza a inundarme porque todos hemos visto esos programas en los que alguien se hace pasar por otra persona y pienso que tal vez pase lo mismo. Yo nunca la he mentido, ni en fotos ni en lo que la he dicho y mi único deseo es que ella también sea como dice ser. Recibo un WhatsApp suyo: “estoy en la esquina. Ya voy a entrar.” 

Como un suricato, levanto la cabeza y miro hacia la puerta y veo una sombra que está de pie junto a la puerta mirándose las manos y permanece así durante unos segundos hasta que por fin se decide a entrar. Cuando lo hace puedo reconocer su pelo azul sobre los hombros y levanto mi mano sacudiéndola. Estoy muchísimo más nervioso que antes, las manos siguen sudándome y el corazón se me va a salir del pecho cuando veo que se acerca a mí con esa radiante sonrisa que tanto la caracteriza. Antes de poder decirle algo, ella se abalanza sobre mí y me abraza durante varios minutos. 

—Siento el retraso, el metro se quedó parado durante mucho tiempo y no tenía cobertura. No podía avisarte y pensaba que ya no me esperarías— dice mientras me observa con sus preciosos ojos marrones. 

—Tranquila, no pasa nada. ¿Te apetece tomar algo? 

Ella asiente, yo llamo al camarero que se acerca muy calmado y pedimos dos mojitos. A ninguno de los dos nos gusta demasiado el alcohol, pero estamos de acuerdo en que esta ocasión merece la pena. El tiempo pasa y nuestros nervios se calman. Ambos estábamos atacados y se notaba a la legua, creo que los dos pensábamos lo mismo: ¿y si no le gusto en persona? Por suerte no parece que fuese así, porque disfrutamos de una gran velada. Decidimos tomar unos platos para compartir y disfrutamos de la tarde y de la noche juntos. 

Me siento muy cómodo con ella, porque es una persona que me comprende, que no me juzga y que me apoya en todo lo que hago. Yo también le ayudo en todo lo que me cuenta, cuando habla sobre alguno de sus casos en el veterinario presto atención e intento comprenderla y me maravillo por la pasión con la que habla de su trabajo. 

Llega un punto en el que ya hemos terminado toda la comida y bebida y decidimos que es un buen momento para dar un paseo. Cuando salimos del bar las manos vuelven a sudarme de nuevo, hemos hablado de muchas cosas y hasta nos hemos abrazado pero, ¿se sentirá cómoda si caminamos juntos de la mano? Avanzamos por la calle hasta que nos encontramos de bruces con un parque, entonces ella, ni corta ni perezosa, comienza a ir más rápido y coge una de mis manos. Aquello que tanto me preocupada ella lo ha resuelto con un simple y divertido gesto. Esa es una de las cosas que me encantan de ella, hace que algo sencillo sea maravilloso.

Comentarios

  1. Una historia muy linda y muy fácil de leer. Me gusta leer sobre cosas simples y emotivas que no se complican y sin embargo te hacen disfrutar.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Hola Liliana,
      Muchas gracias por tu comentario. Me encanta que te haya gustado y sobre todo que hayas disfrutado leyéndola.
      Un saludo,
      Teresa

      Eliminar
  2. Una historia muy bonita. Simple, sin la necesidad de tener una trama elaborada pero que te hace estar en ese bar con ellos.

    Una lectora presente, MaryDMalaw

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Hola Mary,
      Gracias jo, me alegro de que hayas podido ponerte en su piel.
      Un besazo,
      Teresa

      Eliminar
  3. ¡Hola Tessa! Me parece un relato fuera de lo que nos tienes acostumbrados. Creo que ha quedado muy bien, me gusta como has dedicado el tiempo a describir la escena, al protagonista, sus nervios. Has transmitido muy bien todo, tanto que parecía yo más impaciente por ver si aparecía la chica que él jajaja Me ha encantado, ¡sigue así!
    Cometa.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Holiii,
      Me alegra muchísimo saber eso, que todos habéis podido sentir lo que siente él, que os hayan llegado y transportado mis palabras.
      Teresa

      Eliminar

Publicar un comentario

Entradas populares de este blog

Una niña grande

Convocatoria: «Muchas patas»

Dionisio