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Mostrando entradas de diciembre, 2019

Carta de agradecimiento

Quería hacer algo especial para todos los que me habéis estado apoyando durante estos casi tres meses que llevo con esta aventura, así que aquí tenéis unas palabras recién salidas de mi corazón.  Antes de empezar con mis mutuals, quería dedicarles unas palabras a todos mis familiares y amigos. Muchas gracias a todos los que me apoyáis dándome ideas, leyendo mis textos antes de revisarlos yo, poniéndome comentarios o simplemente escuchando cómo hablo con pasión de la escritura. Gracias a Nor, Laura, Mariví, Luis, Juanrra, Teresa y Mariano, pero sobre todo gracias a Cristina que nunca se dio por vencida conmigo y sabía que algún día me gustaría la lectura tanto como a ella. Gracias a María Leiva hoy en día puedo estar escribiendo esto. Gracias a su valentía y su coraje decidí dar el gran paso y empezar a subir todos los relatos que había escrito y que voy a escribir a este blog y compartirlos con todos vosotros. María, no habitas entre las sombras porque eres un ser de luz l

Liberando el nuevo mundo

Esta es la tercera parte de un relato. Si quieres leer la segunda parte aquí la tienes Un nuevo mundo Pasan los minutos y nadie se acerca al pequeño hogar de Maya, así que decide cocinar algo calentito. Prepara un estofado riquísimo con carne, patatas, zanahoria y otros ingredientes que ni conozco. Mientras está cocinando, me cuenta por qué vive sola aun siendo tan pequeña y por qué las hadas son tan malvadas y les tiene tanto miedo. Según ella, las hadas terminaron con casi toda su especie. Les convencieron a todos de que eran unos seres inofensivos para que bajasen la guardia y aprovecharon el momento para matarlos a casi todos pero eso no era lo peor. Se habían hecho con todo el control de esas tierras y las utilizaban a su voluntad sin tener en cuenta los cambios que podían producir. Le confieso a Maya que todo este tema me escama pero yo solamente soy un pequeño dragón que vino por una tradición. También le cuento el incidente que tuve con Aire y Merli y cómo finalmente p

Un nuevo mundo

Esta es la segunda parte de un relato. Si quieres leer la primera parte aquí la tienes  Las apariencias engañan Sigo surcando las aguas del gran mar durante dos días sin descanso. El agotamiento empieza a notarse en mi cuerpo y cuando creo que ya no puedo aguantar más, veo unas gaviotas volar delante de mí y eso sólo puede significar que hay tierra cerca. Doy un último empujón y continúo unos kilómetros más hasta que efectivamente, veo una especie de isla y por lo que parece es bastante grande.  Por fin toco tierra con mis garras y lo primero que hago es descansar, ha sido un viaje realmente duro pero ha merecido la pena porque nunca nadie ha logrado llegar hasta aquí. Permanezco inmóvil durante varias horas, hasta que vuelvo a sentir todas las escamas de mi cuerpo y entonces, decido ponerme en marcha y explorar un poco estas tierras. Todo tiene un color extraño, para nada parecido al de nuestras tierras, además el aire es como más denso y hay una niebla muy espesa que no se disi

Las apariencias engañan

Una vez más desplegué mis alas, pero esta vez hacia un destino desconocido, a tierras aún por explorar. El corazón parecía que me iba a estallar de la emoción, durante todo este tiempo que he estado aprendiendo a volar lo he hecho al lado de mi padre que me ha enseñado tanto a despegar como a planear y a aterrizar sin hacerme daño. No todo ha sido fácil pero con práctica al fin me he desarrollado completamente y podría decirse que no queda mucho para que sea todo un dragón. Cuando al fin alzo el vuelo, puedo ver cómo mis padres me miran orgullosos mientras yo sigo mi camino. En nuestro poblado es tradición que cuando sepamos volar bien, vayamos a algún lugar que nunca hayamos visitado. Es como una especie de prueba para demostrar nuestra valía y para representar el orgullo de cada familia. Yo no voy a ser menos, y tengo pensado llegar hasta donde nadie lo ha hecho. En su momento mi padre fue el que más lejos llegó de todos sus compañeros y durante cada noche me ha estado conta

El comienzo del fin

Ya no soy capaz ni de recordar cómo era la vida antes de esto, antes de que todo se fuese al garete, antes de que nos cargásemos el planeta. Al principio los cambios fueron ocurriendo poco a poco, como suele pasar con las grandes catástrofes. Primero fue el aire, luego el agua y por último la tierra.  De una forma muy paulatina, el aire se contaminó tanto que dejó de ser respirable y las grandes potencias mundiales tuvieron que desarrollar una especie de máscaras para que pudiésemos sobrevivir. Obviamente los cambios no se iban a quedar ahí, estábamos haciendo que la Tierra se convirtiese literalmente en un agujero negro. Que el aire no fuese consumible comenzó a alterar a las especies animales, algunas de ellas se fueron desarrollando, otras al no adaptarse se perdieron. Esta situación insostenible no hizo que las grandes organizaciones mundiales hiciesen algo para parar su avance. Aunque todos nosotros nos manifestamos en las calles de todos los países, nada fue suficiente p

La próxima evolución

Los peces d ejaron de nadar en los mares y  todo el mundo decía que salían  de él  para  “ encontrar oxígeno limpio” pero de lo que no se daban cuenta era que fuera también estaba contaminado o mejor dicho, lo contaminamos nosotros. Los árboles dejaron de crecer sanos y  ya no renovaban el oxígeno como deberían. Los animales abandonaban sus hábitats naturales para venirse a las ciudades en busca de “refugio” pero solo encontraron la muerte. La propia humanidad hizo que fuese desapareciendo poco a poco, con pequeños cambios que juntos, serían un cambio enorme  e irreversible . En vez de centrarnos en parar o revertir el problema nos enfocamos en cómo poder afrontarlo. Las grandes potencias se pusieron manos a la obra a desarrollar objetos para hacer “una nueva vida” y ya de paso, sacar a la gente hasta el último céntimo que tenía. Inventos como los purificadores de agua y aire comenzaron a aparecer al poco tiempo, pero no eran asequibles   para todo el mundo.  Los efectos de este “

La plaza de San Marcos

Estaba sentada en la plaza de San Marcos, cuando al alzar la vista le vi. Pude ver esos ojos marrones, cristalinos y penetrantes que me hicieron tan feliz, pero a la vez desgraciada. Ya hemos pasado a otra vida. No conozco su nombre, su edad, sus pasatiempos favoritos ni dónde vive pero lo que sí sé es que en algún momento volveremos a hablar.  Entonces, me miraste fijamente. Creía que me habías reconocido e iba levantar la mano para saludarte. Entonces, continuaste tu camino. Yo ya había perdido toda esperanza pero repentinamente, te giraste y te dirigiste hacia mí.  —Oye, perdona que te interrumpa, pero tengo la sensación de que nos conocemos de antes, ¿me equivoco?— Dijiste con tu tenue voz tal y como la recordaba.  Claro que me conoces, cada vida que pasamos nos volvemos a juntar. Estamos destinados a hacerlo, no podemos escapar. Vida tras vida nos prometemos amor eterno, hasta que la profecía se vuelve en nuestra contra. Entonces tú te das cuenta de que no soy lo que

La Puerta

Corro sin rumbo pero sin mirar atrás. No puedo darme la vuelta porque sé que si lo hago, algo peor pasará. Doy bocanadas de aire, una tras otra hasta que el pecho comienza a arderme tanto que imagino cómo mis pulmones se queman y entonces me falta el aire. Si me paro aunque sea para recuperar un poco el aliento, supondrá mi muerte segura. No tengo otra opción, por mucho que me duelan las piernas, por mucho que me queme el pecho, me duela la cabeza o me maree, no puedo parar.  Corro atravesando las calles vacías que un día estuvieron repletas de ilusión, sueños y color. Paso una farola, luego otra y otra hasta que ya no hay nada más, solo campo y oscuridad. Los pies cada vez me pesan más y noto lo mucho que me cuesta despegarlos del suelo a cada zancada que doy. Es como si no hubiese suelo y este fuese una especie de sustancia viscosa que intenta tragarme pero no voy a rendirme. Esta vez no.  Pocos metros después no solo no estoy corriendo sino que ya no siento ni que esté da

Una niña grande

Un día más se miró al espejo y vio reflejado lo mismo que todos los días. Una chica de casi treinta años, con el pelo teñido de un naranja color fantasía que deslumbraba a todo el mundo que alzaba la vista hacia ella. Tal vez por fuera pareciese mayor, pero su interior era todo lo contrario. Una niña atrapada en un cuerpo de adulta. Disfrutaba con cualquier detalle por pequeño que fuese. Un día, se fue a comer con su pareja en un restaurante y al ver que a los niños les daban globos con la comida, ella refunfuñó pues nadie le daría uno a ella. Tan grande fue su sorpresa cuando uno de los camareros le dio uno que no pudo contenerse y se le saltaron las lágrimas.  Por desgracia no todas las lagrimas eran de felicidad, también las hubo de tristeza cuando discutió por primera vez con su pareja, aunque el peor momento de su vida fue cuando por una razón que aún no entendía, su madre falleció. Ella lo pasó bastante mal y aún sigue sin superarlo, pero no puede venirse abajo puesto qu

Pluma y Espada

Como un día más, me levanto, me peino y salgo de mis aposentos. A madre no le gusta verme despeinada, aunque me acabe de despertar, a padre todo ese tema de la burocracia y protocolo le da más igual, sólo quiere que yo sea feliz y disfrute de lo que hago. Recorro los tenues pasillos de piedra hasta llegar al comedor principal, ahí me están esperando ambos padres y un caballero de más o menos mi edad. Madre me sonríe mientras le señala con la mirada. —Buenos días princesa, toma asiento —dice padre mientras señala la silla frente al invitado. —Me llamo Sir Lancelot, princesa. Es un placer conocerla por fin en persona. Nuestro invitado se levanta para besarme la mano pero yo me siento a la mesa. Observo su vestimenta, otro pretendiente más que viene con sus mejores galas y que va a volver a su reino como los anteriores, con el rabo entre las piernas. Vuelve a sentarse y el desayuno continúa de una forma más relajada, Lancelot intenta hablar de varios temas pero yo no le sigo

El primer paseo

¿Nunca os ha pasado que aunque no os guste algo, siempre termináis rodeados de el? A mí si que me ha ocurrido. Nunca me ha gustado el mar ni vivir en un piso bajo y aquí estoy, viviendo en una pequeña casa de una planta al lado de un faro. Podría haber vivido en un edificio en el pueblo, pero eso sería demasiado fácil para mí. Siempre me han gustado los retos y lo quisiera o no, la vida se ha encargado de ponerme muchos por delante. El primero fue perder a mis padres a una edad temprana, con tan solo doce años. Por desgracia, a esa edad fui capaz de comprender lo que me pasaba, pero no por qué a mí. Y para seros sincero, aún con la edad que tengo, sigo sin saberlo. Tras la pérdida de mis padres, me enviaron a un orfanato donde estuve viviendo durante varios años y allí conocí lo que significa ser una familia. Aunque unos se iban, otros venían y siempre estábamos los unos para los otros, como los mosqueteros. Estuve con ellos hasta que cumplí la mayoría de edad y me tuve que ir p

La nueva niña perdida

Wendy estaba haciendo una de las tareas que más odiaba en el mundo: cuidar de sus hermanos. Ella tiene dos hermanos más pequeños que ella que no paran de corretear de un lado para otro y descolocar cualquier cosa que Wendy coloca en su sitio. Sus padres le mandaron una tarea en principio nada complicada, asegurarse de que sus hermanos hiciesen alguna tarea de la casa con ella, pero hacer algo con ellos que no fuese jugar era imposible. Por mucho que ella insistiese, por muchas amenazas que dijese, nunca la tomaban en serio pero todo cambió esa noche. Mientras ella estaba recogiendo una vez más su habitación, que había sido previamente destrozada por sus hermanos, gritó en voz alta: “deseo huir para ser feliz y comerme una perdiz, y que ambos os convirtáis en guisantes para así poder escapar antes”. Entonces, como por arte de magia, ambos hermanos desaparecieron y un chico mayor que Wendy entró volando por la ventana. —¿Quién eres y por qué puedes volar? —Dijo Wendy sorprendi