Liberando el nuevo mundo

Esta es la tercera parte de un relato. Si quieres leer la segunda parte aquí la tienes Un nuevo mundo



Pasan los minutos y nadie se acerca al pequeño hogar de Maya, así que decide cocinar algo calentito. Prepara un estofado riquísimo con carne, patatas, zanahoria y otros ingredientes que ni conozco. Mientras está cocinando, me cuenta por qué vive sola aun siendo tan pequeña y por qué las hadas son tan malvadas y les tiene tanto miedo. Según ella, las hadas terminaron con casi toda su especie. Les convencieron a todos de que eran unos seres inofensivos para que bajasen la guardia y aprovecharon el momento para matarlos a casi todos pero eso no era lo peor. Se habían hecho con todo el control de esas tierras y las utilizaban a su voluntad sin tener en cuenta los cambios que podían producir. Le confieso a Maya que todo este tema me escama pero yo solamente soy un pequeño dragón que vino por una tradición. También le cuento el incidente que tuve con Aire y Merli y cómo finalmente pude escapar de ellos y llegar hasta este lugar. 

Seguimos hablando durante bastante rato hasta que prepara una bebida caliente, ella lo ha llamado infusión pero a mí me sabe a agua con un toque un poco raro. Cuando lo pruebo por primera vez, arrugo la nariz porque no me gusta mucho el sabor. Maya me dice que lleva limón y jengibre y al probarlo de nuevo me doy cuenta de que tiene un sabor muy raro, es ácido, dulce y picante a la vez. Según lo voy bebiendo, me va gustando más y más hasta que me termino el cuenco entero. 

—¿Por qué no bebes? Lo has preparado con mucho cariño y está delicioso, deberías probarlo.— Tan pronto como digo eso, todo a mi alrededor empieza a moverse pero yo aún sigo tumbado en el suelo. Los párpados comienzan a pesarme y de repente, hay una oscuridad completa.

Me despierto con los golpes de mi cabeza contra algo que parece ser madera. Intento sentarme pero no tengo espacio suficiente y cuando intento mover las patas, me doy cuenta de que las tengo atadas. Me pongo a gritar pero alguien golpea varias veces la caja en la que estoy atrapado. Al no poder hacer nada más, decido escuchar con atención y me doy cuenta de que Maya está cantando y nos movemos por una zona que tiene que estar bastante alta pues el aire cada vez es mucho más pesado. Pasan lo que supongo que son horas hasta que por fin nos detenemos. Tengo pensadas varias opciones para escapar de esta situación, así que me convenzo de que está todo controlado.

A los pocos segundos de detenernos, escucho cómo Maya intenta indicarme algo pero no logro distinguir demasiado bien lo que dice porque hay demasiados gritos a nuestro alrededor. Maya abre la caja y de repente todo el ruido que había se convierte en un silencio. Mis pupilas intentan ajustarse a la luz que hay pero me es casi imposible porque todo tiene un brillo inigualable. Tardo unos segundos en adaptarme y cuando lo hago miro extrañado a Maya y ella me guiña un ojo. No entiendo nada de lo que está pasando y tampoco entiendo por qué tiene unos ropajes que parecen tan duros y ásperos.

—Cuéntanos pequeña humana, ¿cómo te has atrevido a venir a nuestras tierras? ¿Es que acaso no sabes que podemos matarte?

—Desde que nací, todos me han inculcado que vosotros, las maravillosas hadas, sois unos seres desagradables y sangrientos mas yo no creo eso.

—Entonces, ¿qué piensas de nosotros y qué tiene que ver con lo que has venido a hacer aquí? —Dice un hada con barba blanca mientras sujeta un bastón.

—El otro día encontré esta hermosa criatura rondando por nuestras tierras y se me ha ocurrido que podría traerla en un baúl como ofrenda, mi Señor.

El hada hace un gesto con la mano y Maya se acerca a mí y me susurra algo sin sentido: “cuando sonría, sacude tus escamas.” Antes de que pueda decirle algo, muchas hadas se acercan a mí y me rodean. Crean una especie de aura a mi alrededor y consiguen levantarme del suelo y llevarme delante de lo que parece el hada jefe. Las hadas se van y solamente queda el que tiene la barba que no deja de observarme. Mientras tanto, aprovecho para mover mi cabeza y fijarme bien en todo lo que me rodea. Está claro que tengo que escapar de aquí, así que tengo que buscar alguna forma de salir. Estamos como en una colmena cerrada y aunque las paredes no parecen muy resistentes, están cubiertas con una sustancia bastante pegajosa que cae formando estalactitas. Hay muchísimas hadas en todo el lugar, tantas que no sé si sería capaz de llegar a contarlas de una en una. Todo tiene un color verdoso azulado que no para de brillar aunque lo que más deslumbra, es la cima de la montaña en la que nos encontramos.

El jefe deja de dar vueltas a mi alrededor y se da la vuelta mientras hace otro gesto con la mano. Entonces, varias hadas van a por Maya y yo intento acercarme a ella pero no puedo moverme. Justo cuando las hadas levantan a Maya por los hombros, ella sonríe y yo hago lo que me dijo. Sacudo mis escamas y entonces cae una especie de cuchillo. Lo utilizo para desatarme las patas y voy directo a por Maya. Justo antes de llegar, las hadas la tiran a un lado así que aprovecho el momento para engancharla con mis garras y volar aún más alto.

—Jamás te entregaría, pero era la única forma de hacer que pareciese creíble. Ayúdame a quemarlos a todos Ryûjin, ayúdame a liberar estar tierras —dice mientras se sienta en mi lomo.

AQUÍ TIENES LOS LINKS AL RESTO DE PARTICIPANTES:

Comentarios

Entradas populares de este blog

Una niña grande

Convocatoria: «Muchas patas»

Dionisio