Entradas

Mostrando entradas de febrero, 2021

Dionisio y las estrellas

Imagen
  Una vez Dionisio hubo llegado al Olimpo, buscó a su padre, Zeus, mas no le encontró. Dionisio recorrió todos los rincones del Olimpo, un lugar etéreo , sublime y delicado. Buscó en cada panteón dedicado a cada dios, pero no había ni rastro de su padre. Preguntó a varios de los dioses que allí se encontraban. Ninguno le hizo caso, ni siquiera le miraron a la cara, hasta que Ícaro, con sus sandalias aladas se acercó a él. —¿Qué buscas aquí, muchacho? —preguntó con cierto retintín. —Necesito hablar con mi padre, Zeus. —Muchos dudan que Zeus sea tu verdadero padre, muchacho. Ahora mismo está atendiendo otros asuntos más importantes que tu cabezonería, muchacho. —He dicho que tengo que hablar con él —contestó Dionisio amenazante. Es cierto que en el Olimpo nadie le tomaba en serio, y tal y como había dicho Ícaro, muchos incluso no creían que fuese hijo del mismísimo Zeus. A Dionisio no le importaba nada de esto, porque conocía la verdad. Con desprecio, Ícaro le señaló un lugar

Dionisio y el oro

Imagen
Con una fortuna de cantidades inmensurables para Dionisio, Hera se fue del lugar sin crear más desorden. Al comprobar que con el paso de los días, tampoco regresó, Dionisio por fin pudo respirar tranquilo. Por otro lado, no dejaba de pensar que aunque no hubiese causado ningún estrago, Hera tendría algo entre manos.                Semanas más tarde, en un día cualquiera, el sol no lograba desprenderse de las nubes que le acorralaban sin pudor. Este no tuvo otra opción más que someterse, y el cúmulo se situó por encima de los campos de Dionisio, y descargó toda su ira contra ellos. Se formó una tormenta digna del mismísimo Zeus. Dionisio estaba seguro de que él no permitiría que pasara tal cosa, por eso apareció por su mente el dios Tifón, creador de los huracanes y tormentas. Al principio, Dionisio intentó proteger sus viñedos. Por desgracia, cualquier esfuerzo que realizó por impedir su destrucción fue en vano. Los campos cultivados de vid le fueron arrebatados de sus manos y de su

Dionisio

Imagen
Dionisio, como buen cultivador de vino, cuidaba de sus viñedos como si de sus propios hijos se tratase. Cada vez que una hoja caía de uno de ellos cuando no debía, Dionisio sentía una pequeña punzada de dolor en él. Toda esta devoción que sentía por ellos, hacía que no fuera capaz de probar ni siquiera un dulce trago de dicha exquisitez. Organizaba grandes fiestas con grandes banquetes, donde todos sus invitados podían disfrutar del gran manjar que cultivaba. El delicioso líquido rojizo se deslizaba por los gaznates de cada uno de sus invitados. Dionisio podía incluso sentirlo en sus propias carnes, y aunque él no probara ni una mísera gota, el éxtasis llegaba a alcanzarle. La mayoría de estos encuentros, se realizaban por la noche y se disfrutaban hasta el amanecer. Así, con la sensación de mareo corriendo aún por sus venas y sus cabezas, podían disfrutar de los maravillosos colores que les ofrecía el arrebol con cada amanecer. Los cielos se cubrían de un color rojo, alertando a

Reseña «Cantos de Sirena Editorial» por Rubén Benítez Bravo

Imagen
Cantos de Sirena Editorial llegó a mis manos de forma inesperada y sin quererlo. El autor, Rubén, puso un tweet exponiendo que su amiga Laura había tenido un desencuentro con la editorial que publicaba su libro. Le contesté dándole todo mi apoyo aun sin saber ni cómo ayudarle. Como yo, muchos otros le apoyamos y al final resultó ser que su amiga no existía, al menos no era de carne y hueso.  Realizó un sorteo de esta novela, y salí ganadora junto con otros compañeros escritores. La verdad es que fue un gusto participar en un sorteo, que ni siquiera parecía serlo.  Antes de que leas la reseña, quiero que sepas que Laura vive en este libro, pero también en muchos de nosotros. Autores noveles esperanzados que cuando una editorial quiere publicarles, aceptamos sin mirar las condiciones y en muchos casos, somos traicionados.     FICHA TÉCNICA:   Sinopsis: Centrada en sostener la floristería de la que es propietaria, Laura no solo escibre pequeñas historias en sus ratos libres, c