El primer paseo

¿Nunca os ha pasado que aunque no os guste algo, siempre termináis rodeados de el? A mí si que me ha ocurrido. Nunca me ha gustado el mar ni vivir en un piso bajo y aquí estoy, viviendo en una pequeña casa de una planta al lado de un faro. Podría haber vivido en un edificio en el pueblo, pero eso sería demasiado fácil para mí. Siempre me han gustado los retos y lo quisiera o no, la vida se ha encargado de ponerme muchos por delante. El primero fue perder a mis padres a una edad temprana, con tan solo doce años. Por desgracia, a esa edad fui capaz de comprender lo que me pasaba, pero no por qué a mí. Y para seros sincero, aún con la edad que tengo, sigo sin saberlo.


Tras la pérdida de mis padres, me enviaron a un orfanato donde estuve viviendo durante varios años y allí conocí lo que significa ser una familia. Aunque unos se iban, otros venían y siempre estábamos los unos para los otros, como los mosqueteros. Estuve con ellos hasta que cumplí la mayoría de edad y me tuve que ir por la fuerza. Obviamente este cambio no me gustó pero gracias a él pude evolucionar y madurar. Trabajé en varios sitios diferentes como tiendas, restaurantes y hoteles pero alrededor de los veinte años descubrí mi verdadera pasión, tallar en madera. No era un trabajo reconocido en aquella época, al igual que ahora tampoco lo es pero desde la primera vez que toqué una gubia para empezar a tallar, no pude parar. Parecía que las manos tenían vida propia y sabían lo que hacían. Al principio comencé a tallar figuras sencillas porque no tenía mucho tiempo libre (tenía que trabajar para poder comer) pero según practicaba más e iba a talleres, tanto mis manos como yo nos volvimos expertos en este arte y no tardamos mucho en sacar beneficio de ello.

En uno de estos talleres pude conocer a mi querida Emma y desde entonces, no paramos de vivir experiencias nuevas cada día. Ella era todo lo contrario a mí, una jovencita proveniente de una familia adinerada pero sorprendentemente, también éramos iguales en muchas otras cosas. Emma fue a este taller por recomendación de su padre, pues según él una mujer también tenía que conocer el trabajo del hombre y no solamente tejer, pero a ella este mundo no le apasionaba. Ella era una escritora, una visionaria por aquel entonces. Siempre llevaba pluma y papel en mano porque la inspiración brotaba de ella en cualquier momento y nunca se perdonaba olvidar alguna de sus historias. No todo el mundo fue tan permisivo con ella como lo fuimos su padre y yo, de hecho por desgracia tenía que ocultar su afición al resto del mundo. Fue una de las pioneras en este área, tanto que los libros que publicó estaban escritos bajo su pseudónimo, Arthur James Cornell. Arthur por el nombre de su padre, James por el mío y Cornell por su apellido. 

Nuestra vida juntos al principio no fue nada fácil, su familia no quería que se relacionase conmigo pero por suerte su padre le dio libertad para expandir sus alas y pudimos disfrutar de una hermosa vida juntos. Tuvimos nuestras peleas, como cualquier pareja, pero siempre estuvimos el uno al lado del otro, incluso en los peores momentos como cuando la enfermedad se empezó a apoderar de ella. Ambos intentábamos fingir que no pasaba nada, que ella se curaría y que estaríamos toda la vida unidos hasta que al final, la consumió por dentro y no aguantó más. En ese momento, no pude procesar tanta información. Siempre todo lo que he logrado tener, la vida me lo ha vuelto a arrebatar y durante mucho tiempo me estuve culpando por ello. Por suerte, me di cuenta de que tenía que agradecer la vida que había tenido, porque pude disfrutar de la compañía de Emma durante muchos años y pude haber sido capaz de sentir realmente lo que era la felicidad. Ahora, cada vez que miro alguno de sus libros no puedo reprimirme y sonrío y lloro por partes iguales. Me alegro por la cantidad de recuerdos que tengo junto a ella y lloro por la cantidad de recuerdos que no podré tener junto a ella.

Hoy, como cada noche antes de acostarme, miro el inmenso mar desde la ventana y me pregunto en qué momento podré reunirme con ella para poder disfrutar de todo el tiempo que nos fue arrebatado. Las gotas de lluvia caen rabiosas sobre el mar, los rayos aterrizan firmes sobre las aguas, el viento azota de forma imparable y las olas rompen en la orilla con tanta fuerza que parece que van a comerse la tierra. Cierro todas las ventanas, apago la luz y me acuesto. Me centro en el sonido de los truenos, que se escuchan uno tras otro sin cesar. Las gotas de lluvia repiquetean contra los cristales de la casa. El resplandor de los relámpagos se cuela por cada una de las rendijas de las puertas y ventanas. Finalmente, cierro los ojos y caigo en los brazos de Morfeo.

Algo toca mi brazo y me despierto de golpe. Al principio no puedo creer lo que ven mis ojos, Emma está de pie a mi lado. Me sonríe y al ver mi incredulidad, me tiende su mano y una vez más, caminamos juntos de la mano hacia el mar.

Comentarios

  1. Muy bonito. Me recuerda un poco a una canción de uno de mis grupos favoritos (Un mar de estrellas - Warcry). La progresión de la historia está muy bien definida.
    Muy buena historia.

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    1. Muchas gracias por tu comentario. He escuchado la canción y tienes razón, encajan a la perfección *_*

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  2. Es triste y bonito.
    Gracias por recomendarme leer este relato :)
    Nos leemos pronto.

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    1. Es dulce pero te deja un sabor amargo. Me gustan las historias así, que las lees y luego las recuerdas.
      Gracias por comentar :)

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