Las apariencias engañan


Una vez más desplegué mis alas, pero esta vez hacia un destino desconocido, a tierras aún por explorar. El corazón parecía que me iba a estallar de la emoción, durante todo este tiempo que he estado aprendiendo a volar lo he hecho al lado de mi padre que me ha enseñado tanto a despegar como a planear y a aterrizar sin hacerme daño. No todo ha sido fácil pero con práctica al fin me he desarrollado completamente y podría decirse que no queda mucho para que sea todo un dragón.

Cuando al fin alzo el vuelo, puedo ver cómo mis padres me miran orgullosos mientras yo sigo mi camino. En nuestro poblado es tradición que cuando sepamos volar bien, vayamos a algún lugar que nunca hayamos visitado. Es como una especie de prueba para demostrar nuestra valía y para representar el orgullo de cada familia. Yo no voy a ser menos, y tengo pensado llegar hasta donde nadie lo ha hecho. En su momento mi padre fue el que más lejos llegó de todos sus compañeros y durante cada noche me ha estado contando todas sus aventuras. Desde niño he soñado con este momento y no pienso desaprovecharlo. El resto de mis compañeros no han dejado de reírse de mí, es verdad que soy más pequeño que ellos, pero eso no quiere decir que no esté preparado o que sea menos que ellos y pienso demostrárselo.

Me alejo de la zona de nuestro poblado y me dirijo hacia el norte como me recomendó mi madre. Aunque mi padre sea el que más lejos haya llegado mi madre fue la primera mujer en participar en este reto que antiguamente era solamente para machos. Se puede decir que hizo historia aunque no consiguiese llegar a tierras lejanas. Supongo que ese fue uno de los motivos por los que mi padre se enamoró de ella, porque nunca se ha conformado con lo que le ha tocado, siempre ha luchado incluso ahora cuando apuesta tantísimo por mí cuando otros piensan que no volveré de este viaje. 

Continúo volando hasta que cae el sol y entonces decido hacer una parada. Según voy yendo más al norte, voy notando que hace más frío y ahora por la noche, las temperaturas descenderán pero estoy preparado para todo eso y más. Al ser pequeño puedo conservar mucho mejor el calor, además cojo unas cuantas hojas grandes y me tapo con ellas. También hago una pequeña hoguera escupiendo una pequeña llama para no llamar la atención de otros animales. Aprovecho este fuego para asar una de las patatas que me dio mi madre al salir y la disfruto como nunca lo había hecho antes. Intento dormir durante toda la noche sin mucho éxito pues los nervios y las ganas de explorar me pueden y justo cuando empieza a salir el sol, retomo mi vuelo. 

No cambio mi rumbo, todo el rato al norte sin parar ni una vez hasta que me empiezan a rugir las tripas y me obligo a descender. Por mucho que avance, si no como bien no podré avanzar mucho más de lo que lo hizo mi padre. Paro durante poco tiempo para comerme algún reno que otro y retomo la marcha. Ya no sé ni siquiera dónde estoy, sólo que tengo que seguir recto, mucho más allá de las montañas y del mar. No tardo mucho en llegar a ellas y los copos de nieve me golpean en la cara con fuerza pero no pienso detenerme por mucho que esté cansado. Si me paro ahora puede ser muy negativo para mí tanto por el frío como por la alimentación pues en esta zona no hay muchos víveres que pueda comer.

Ya ha anochecido y sigo atravesando zonas montañosas aunque por lo menos ya veo un claro a lo lejos. Tengo que echar una bola de fuego cada no mucho tiempo para poder ver por dónde voy y no golpearme con alguna rama o directamente contra alguna montaña. Continúo durante lo que me parecen horas hasta que por fin todo lo que veo está por debajo de mí y decido parar para cenar y dormir. Me tumbo en una rama nevada de uno de los árboles del bosque y empiezo a escuchar unas risas. No puedo verles pero sí reconozco sus voces, son Aire y Merli que han debido seguirme. Oigo cómo comentan que han perdido mi rastro y que cuando me encuentren piensan romperme las alas. No muevo ni un solo músculo, ni si quiera respiro hasta que veo que se desvían por otro camino. Paso la noche alerta pero por suerte no vuelven a acercarse. Aprovecho de nuevo la primera hora del amanecer y retomo mi vuelo. Esta vez decido que lo más astuto es volar más bajo entre los árboles. Me llevará mucho más tiempo avanzar pero al menos así me aseguro de que no logran encontrarme o por lo menos les es mucho más difícil.

Pasan los días y sigo sin tener noticias ni de ellos ni de nadie más cuando de repente veo agua, mucha agua frente a mí. Este debe ser el mar al que se refería mi padre y aunque aún no ha empezado a anochecer, decido acampar, cenar y aprovechar para dormir y recuperar las fuerzas porque seguramente el mar sea mucho más grande de lo que me imagino. Paso la noche acurrucado en el suelo, cerca del acantilado que da al mar. Abro los ojos y veo cómo el sol comienza a salir por el horizonte y me permito unos momentos para observarlo porque es algo tan bonito que merece la pena esperar por verlo durante unos pocos minutos más. 

De repente, noto que algo me empuja del acantilado y caigo hacia el mar sin frenos. Me duelen la espalda y las alas pero logro recuperarme justo a tiempo y rozo el agua con mis garras. Mientras alzo mi vuelo veo cómo Aire y Merli se ríen sin parar y decido tomarme la justicia por mi garra. Asciendo pegado al acantilado para que no me vean y justo cuando estoy frente a uno de ellos, abro mis garras y le rasgo los ojos. Se oyen unos gritos ensordecedores y al darme la vuelta, veo que Aire viene a por mí. Haciendo honor a su nombre, vuela rápida como el viento y nos enzarzamos sin dejar de volar. Intenta morderme en el cuello pero gracias a que soy pequeño logro escaparme y le rasgo una de las alas. Ella se desequilibra y veo cómo cae al mar y se sumerge en él. Vuelvo al acantilado y me fijo en Merli. Tiene los ojos ensangrentados y no deja de retorcerse de dolor.

—La próxima vez deberíais pensároslo mejor antes de juzgar a alguien por su apariencia.

Antes de que pueda contestarme, vuelvo a alzar el vuelo y sigo mi camino atravesando el mar. No sé lo que me deparará el futuro, pero ahora sé que soy más fuerte de lo que pensaba y que nada va a hacer que me detenga antes de conseguir mi objetivo.

Comentarios

  1. ¡Hola, Teresa!
    Me ha encantado tu relato, no esperaba para nada ese final. Pensé que el pequeño dragón sería astuto y conseguiría pasar inadvertido, pero no que se enfrentaría a ellos. Creo que yo también me he dejado llevar por las apariencias.
    El hecho de que hayas hecho que el protagonista fuese un dragón ha sido un puntazo.
    Un saludo enorme, estoy deseando ver que nos espera en el siguiente reto.
    Cometa.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. ¡Hola Cometa!
      Muchísimas gracias por tu apoyo. En un principio el protagonista iba a ser astuto como tu dices pero decidí crear esa escena de pelea para dar un poco de dinamismo al relato, para que no fuese todo tan plano y hubiese algo de acción.
      Estoy deseando ver lo que consigues hacer con las 3 palabras que he elegido para el siguiente reto :D
      Un abrazo enorme,
      Teresa

      Eliminar

Publicar un comentario

Entradas populares de este blog

Una niña grande

Convocatoria: «Muchas patas»

Dionisio